Manchas de pintura que chorrean sobre paneles en blanco, podrían ser salpicaduras de sangre o de un Jackson Pollock distraído. Un tiburón hinchable irrumpe en el escenario atravesando la pared rota. Plumas, globos, purpurina y… ¿es eso un hombre muerto?
Los límites entre la escena y lo que se esconde tras el escenario se difuminan con Mystery Magnet. En este espectáculo de la directora y artista visual belga Miet Warlop, que también forma parte del reparto, nada es lo que parece. Lo saben los espectadores que la han visto, ya que ha estado representada más de cien veces desde que nació en Bruselas en el año 2012. Ahora, del 24 al 27 de octubre, podremos comprobarlo en el Teatre Lliure de Gràcia, donde figuras grotescas y un auténtico mundo delirante desfilaran sobre el escenario. ¡Os contamos más detalles para que os entren todavía más ganas de adentraros de lleno en este loco universo!
La creadora hace visible lo invisible, transformando en un mismo espació la imaginación en gesto. Todo apunta hacia el caos, la confusión y el misterio, en un espectáculo donde el surrealismo se mezcla con el humor y el efecto de las apariencias. Una obra donde las palabras sobran y las risas abundan, donde las fronteras entre escenario y escena desaparecen y la performance y la materia tienen tanta o más importancia que el teatro.
Inspirada en el mundo de los comics y el cine, Miet Warlop potencia el ‘horror dulce’, un humor que recuerda al de ‘Happy Three Friends’ donde personajes adorables se tratan de la forma más terrible. Una carnicería repleta de belleza, donde la explosión de colores y el rastro de los cuerpos mojados de pintura dibujan el movimiento y donde el llanto, los sonidos grotescos y las ráfagas de música puntúan los hechos.
Sin texto o estructura aparente, los diferentes personajes revolotean por el escenario escupiendo espuma o manchándolo todo. Y es que la acción continua en un espacio que se transforma crea un dibujo con las huellas de todos, donde la identidad desaparece pero el movimiento perdura. Un cuadro final que recuerda los gestos de cada uno de los protagonistas y olvida sus caras. Una batalla campal de colores donde el humor silencioso y las sensaciones extravagantes conquistaran a pequeños y adultos.
