Una obra genial no es garantía de nada, pero a veces los astros se alinean para que un gran montaje sirva a un gran texto, como es el caso de este 'El chico de la última fila' de Juan Mayorga con dirección de Andrés Lima, con seis intérpretes que clavan cada movimiento, cada réplica, cada gesto, en una puesta en escena coreográfica, con todos los detalles cuidados al milímetro. Lo más sorprendente, sin embargo, es la interpretación de Guillem Barbosa (Claudio), el chico de la última fila, que aporta a su personaje un carácter inquietante indispensable para servirnos una obra donde el autor nos habla de los límites de la creación. Sabe que, aunque Sergi López (profesor German) y Míriam Iscla (su esposa, Juana) son las estrellas de la función, él tiene el papel y que todo pasa a través suyo.
Mayorga nos cuenta la relación entre un profesor de literatura y un alumno talentoso que pasa desapercibido, y como este, con el objetivo de urdir un relato por entregas, se mete en la vida de un compañero de clase. La historia tiene un punto de psicothriller, que Lima supera por arriba con una propuesta estética en dos planos entre la realidad y la ficción, entre el despacho del maestro y la casa de Rafa (Arnau Comas), que se superponen, se confunden. Incluso hay dos niveles de interpretación: en frente, realista; detrás, guignolesco. La música de Jaume Manresa remacha el clavo, así como la figuración de los padres de Rafa (grandísima Anna Ycobalzeta y David Bagés). López, al tiempo, escora su papel hacia el juego, hacia el maestro que va a la suya y se deja manipular por su títere. ¡Qué gran función!
Autor: Juan Mayorga. Director: Andrés Lima. Con: David Bagés, Guillermo Barbosa, Arnau Comas, Míriam Iscla, Sergi López y Anna Ycobalzeta.