'Divina de la mort' podría haber sido una obra bonita que, una vez vista, nos dejara tal cual habíamos entrado en la sala, igual de perdidos. Pero sketch tras sketch, Marc Arias, Julia Calzada, Joana Castellano, Gisela Guitart y Paula Segura, la compañía Facóf, van subiendo un escalón y sin demasiados medios consiguen exhibir un cabaret con tanta mala leche que caes de culo. Además, no aleccionan, sino que simplemente exhiben el mundo que sufrimos, donde mandan las apariencias y todo el mundo quiere ser lo que no es.
Durante la función, hay una escena que se repite y que es la clave de todo: una chica escucha los consejos sobre salud y bienestar de la típica 'influencer' que propone burradas a sus fans. Ella, con los ojos cerrados, los sigue al dedillo sin dudar. ¿Somos así de bobos?, nos preguntamos. Pues sí, el mundo es así.
La canción del Ken deconstruido es de traca
Y si a esto le añades un puñado de canciones con garra (la de Ken deconstruido es de traca) y unas interpretaciones ajustadas y exitosas, tenemos un espectáculo de primera que pone sobre la mesa a una generación, la que roza los 30 por debajo, que rezuma buenas maneras por todos los costados. Los cinco intérpretes saben muy bien qué deben hacer, los referentes populares a los que se acogen para que el público les siga y cómo dotar de ritmo a un espectáculo que no te importaría volver a ver.
La compañía utiliza con destreza los escasos recursos que tiene a su alcance (básicamente, su talento) y se nota que trabajan la autocrítica. Han rehuido lo más obvio, dan marcha atrás cuando es necesario y aprietan el acelerador cuando la pista está libre. No sé por qué, pero me recuerdan a Las Huecas. Supongo que por la forma desacomplejada con la que miran la escena.
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