Dramaturgia y dirección: Roc Esquius. Intérpretes: Isidre Montserrat y Núria Deulofeu.
El trabajo es uno de los ejes principales de la vida, ya que dedicamos no menos de la tercera parte de cada día laborable. Y siendo así no es extraño escuchar de tantas personas cansadas de su trabajo que desearían cambiar a pesar del fraudulento dinamismo del mercado de trabajo. Personas que se preguntan si están haciendo lo que quieren o cómo han ido a parar a su puesto de trabajo, y que incluso si se pueden plantear si su ocupación profesional no es la nefasta consecuencia de algún test psicotécnico de aptitudes de cuando estudiaban en la escuela.
Y eso es lo que le pasa a una bioquímica de renombre que deja el trabajo para dedicarse a lo que le gustaría haber hecho: bailar claqué. Interesante punto de partida de un texto que plantea una especie de sesión de psicoanálisis de la mujer a manos de un peculiar orientador sociolaboral concebido en clave de comedia. El autor, Roc Esquius, contrapone la idoneidad para un trabajo en la búsqueda individual de una actividad emocionalmente gratificante, justamente lo que quizás vive o ha vivido él mismo y tantos de los que se dedican al mundo del teatro. El orientador es, además, un integrista del significado de las palabras. Un juego inicial que apunta momentos de humor pero que en reiterarse y sin giros originales decae progresivamente.
El tono distendido de la función no puede ocultar el desconocimiento de las claves de la comedia, que en este caso se atasca en una espiral de reiteración de la idea motora con soluciones dramáticas sin ingenio cuando no contradictorias. Es loable el esfuerzo de los dos intérpretes para conducir el verborreico texto y evitar que paulatinamente la atención decaiga, sin conseguir, sin embargo, que brote el humor que seguro el autor pensó que anidaba en su texto.
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