'Bartebly', Sala Beckett
Foto: Alba Lajarín | 'Bartebly', Sala Beckett

Reseña

Bartleby

4 de 5 estrellas
Albert Prat encarna un extraordinario 'Bartleby' con una puesta en escena milimétrica de Llàtzer Garcia
  • Teatro
  • Crítica de Time Out
Andreu Gomila
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Time Out dice

Pocas obras de los últimos dos siglos han tenido la penetración, el encanto y la solidez de la publicada por Herman Melville en 1853. Ha generado ríos de tinta, la historia del escribiente que, a los pocos días de ser contratado en un bufete de abogados de Manhattan, decide no seguir las órdenes de su patrón con aquel ya emblemático: "Preferiría no hacerlo". En Barcelona, la versión de Llàtzer Garcia no es la primera que se estrena. Y no debemos olvidar que el barcelonés Enrique Vila-Matas ha sido uno de los grandes contribuyentes contemporáneos al mito del escribiente, gracias al magistral Bartleby y compañía.

De entrada, puede parecer que el trabajo de llevar al teatro el monólogo del abogado que narra la peripecia de Bartleby es muy sencillo. Tenemos una única voz, una acción concreta, tres espacios como mucho... Y no hace falta que veamos al copista distraído. ¿Qué interés tiene, entonces, montar un cuento que ha leído (o conoce) todo el mundo? ¿Por qué ahora? Y es que lo interesante aquí se encuentra en el punto de vista, en cómo miramos a Bartleby hoy, cómo lo mira su patrón.

Prat encarna perfectamente este sentimiento de culpa que nos consume ante las desgracias de los otros

Y después de El gos, Elling, de cargar sobre los hombros un montón de papeles de traca, no hay nadie mejor que Albert Prat para dar vida al abogado que recibe el desafío de Bartleby. Él va haciendo, discretamente. Tiene trabajo, tres personas contratadas, dos de las cuales son copistas, y vive una vida plácida dentro del anonimato. Es lo que quiere. Pero tiene un pico de trabajo, necesita contratar un tercer escribiente y se topa con nuestro héroe. Lo coloca a su lado, en un rincón, lo que ha llevado a los psicoanalistas a ver ahí su conciencia. Y pronto, dos días después de tenerlo, maravillado por su eficacia, recibe la famosa sentencia tras una orden directa. "Preferiría no hacerlo", le responde.

El abogado, claro, se desespera. Podría haber tomado la negativa de Bartleby de muchas maneras. Pero aquí no sabe qué hacer. ¿Echarlo? Pero lo que hace es huir sin acabar de abandonarlo nunca. Prat encarna perfectamente este sentimiento de culpa que nos consume ante las desgracias de los otros: creemos que no podemos hacer nada, no hacemos nada y nos lamentamos, al mismo tiempo, de nuestra inacción. Prat es el ser humano que contempla el desastre y queda paralizado.

Garcia, de hecho, coloca a Prat en una tarima, elevado, con un gran escritorio que ocupa casi todo el espacio. En el suelo, hay una charca de agua. ¿Cuándo se mojará el abogado? ¿Será demasiado tarde? Este es el gran dilema.

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18 €
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