Autores: William Shakespeare y Miguel de Cervantes. Dramaturgia: Jordi Carrión y Marilena de Chiara. Dirección: Abel Folk i Pep Planas. Con: Maria Altadill, Felipe Sánchez, Javier Aguirre, Mikko Ikäheimo, Abel Folk y Pep Planas.
A veces se sale del teatro con dudas. El proyecto de Abel Folk y Pep Planas de reunir el talento de Cervantes, Shakespeare y los compositores que pusieron música a sus obras es tan atractivo como difícil de glosar una vez visto el resultado escénico. No queda claro a qué público se dirigen cuando abren capítulo a cierto didactismo sobre la obra y vida de los dos maestros, o intentan convertirse en pareja cómica, o se hacen guiños a la más rabiosa actualidad o conectan el pasado con el presente y sus modas -como adjudicar la paternidad del selfie a Cervantes, obviando la tradición del autorretrato-; o cuando irrumpe la belleza de la música como una cápsula aislada del posible hilo conductor de la función. Aquí nace otra duda, a pesar de notarse un leve ensombrecimiento de la atmosfera dramática.
El público se entretiene y es feliz con la ligereza de un divertimento de calidad contrastada, aunque al final no sepa muy bien de qué ha disfrutado.