Dirección y dramaturgia: Ricard Soler y Mallol. Intérpretes: Enric Cambray, Lara Salvador y Armand Villén.
Rémi De Vos escribió 'Alpenstock' hace más de una década. Los movimientos populistas de extrema derecha ya asomaban la nariz en las convocatorias electorales de la muy tranquila, cívica y cosmopolita Europa. Con los años la presencia del lobo feroz se ha normalizado en Hungria, Polonia y Austria, ha adoptado nuevas formas en Alemania, Dinamarca y Holanda, y se ha desacomplejado aquí cerca después de un tiempo agazapado tras nuevas y viejas siglas. De Vos recurre a la farsa, el absurdo y el guiñol -como hicieran Jarry e Ionesco- para denunciar la mediocridad y el miedo que alimenta los terrores xenófobos de la gente decente, amante de las tradiciones y sus paisajes idealizados, como esos verdes prados de limpias y tirolesas montañas y geranios perfectos que invaden con acento alemán las tele-movies de fin de semana.
Obskené y Ricard Soler Mallol fuerzan aún más la estridencia corrosiva del texto para presentar en el escenario un montaje que juega con el doble sentido del vodevil y el ¡vaudeville¡. Comedia negra de enredo y muerte y espectáculo de varietés. Sátira política plastificada y pop -teñida de rosa chicle- en una delirante convivencia de la estética crítica de Fassbinder, Waters y The Chanclettes, sin abandonar los referentes históricos del teatro que se alimenta de lo grotesco.
Los tres intérpretes ejercen de títeres de un teatrillo musical de cachiporra. Una propuesta radical y chocante que quizá requiere todavía de un grado más de contundencia reivindicativa por parte de la compañía. La desfachatez natural y profundamente política del cabaret más underground. Falta un punto de crueldad y descaro guerrillero que deje sin opciones al público. La radicalidad de “lo tomas o lo dejas” que pide esta valiente propuesta escénica.