Con 'Allà lluny hi ha una caseta', Jordi Casanovas cierra un círculo, ya que el terror era el único género que le quedaba por tocar como dramaturgo. Él es, seguramente, el mejor autor político del país, es un buen comediógrafo y ha retratado como nadie el alma social de los catalanes. 'Allà lluny hi ha una caseta' es un nuevo camino, que no sabemos hacia dónde nos conducirá, pero es una puerta abierta hacia el riesgo dramático, porque si hay algo complicado en un teatro es hacer que el espectador pase miedo, o al menos que tenga un susto. Porque para 'slashers' ya tenemos las tragedias de Shakespeare.
La vía de lo paranormal es, seguramente, la única que explorar sobre un escenario, sobre todo cuando no quieres hacer un Hotel Krueger e ir un poco más allá. Casanovas opta por esto situando a una chica a punto de parir en medio del bosque (Cristina Arenas) con dos matronas (Mercè Pons y Meritxell Yanes) de tendencia naturista. La chica, Laia, ha huido de casa después de sufrir la agresión de la pareja y se ha refugiado en lo que fue la masía de su abuela. Ha acudido a Marga y Joana porque quiere un parto lo más natural posible.
"'Allà lluny hi ha una caseta' es un buen montaje, con tres actrices excelentes"
La tensión del nacimiento cercano ya ofrece a Casanovas una buena atmósfera, que adereza con la historia de la muerte súbita de los padres de Laia dos años atrás y la vida de la abuela, a quien, según se ve, Marga conoce de la zona y con quien tuvo alguna experiencia extraña. Todo tiende hacia lo paranormal, con brujas, el demonio y pesadillas, que el director plasma de forma magistral.
Estamos en el teatro y todo se ve y no se ve, se sabe y no se sabe. El problema aparece cuando debes hacer que lo que no existe haga acto de presencia, ya sea un fantasma, o el mismo diablo en persona. Y aquí, en esta función, es donde el castillo se tambalea. Hasta entonces la cosa funcionaba, incluso el camino truculento que toma la obra: la agarra radicalmente al mundo, marcando distancias muy claras entre el aquí y el más allá. Pero si crees que el diablo es una bestia, debe ser una bestia, debes mostrarlo como una bestia.
Sin embargo, 'Allí lejos hay una casita' es un buen montaje, con tres actrices excelentes que se prestan al juego y saben sacar provecho de unas cualidades interpretativas notables que deben arrastrar hacia lugares que, seguro, han explorado poco en un teatro. Lo logran. El texto es más que correcto, pero el director, el propio Casanovas, se topó con el diablo y no supo darle forma.
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