'Hombre y señor' (1924) es una comedia alocada que en manos de Pascual y su compañía se convierte en un genuino juguete napolitano tremendamente divertido y que nos transporta a lo que sería una velada en un teatro de aquella ciudad milenaria. 'La gran ilusión' (1948) plantea un juego sobre realidad e ilusión que nos lleva a tantas reflexiones como se quiera, y más en una sociedad donde es difícil a menudo diferenciar la una de la otra. Lo hace sobre una trama clásica del autor: una cuestión de cornudos.
Al frente de ambas obras hay un Jordi Bosch más histriónico que nunca repartiendo juego hasta que en la última escena de la segunda un impresionante Ramon Madaula, hasta el momento el servidor de la comedia y del protagonista, el mago Otto Marvuglia, coge las riendas de la función introduciendo un fenomenal sentido trágico con imagen final beckettiana incluida y poniendo un broche de oro a este delicioso viaje a Nápoles.
A Bosch y Madaula los acompañan una Laura Aubert que brilla haga lo que haga, una Francesca Piñón con una breve pero despampanante intervención de gran actriz cómica, una insólita Mercedes Sampietro que incluso canta, un completísimo Marc Rodríguez y un genuino cantante napolitano. Cabe decir que la magia de la sala Fabià Puigserver emerge de forma fascinante por una dirección, perdonen la redundancia, mágica.