Crítica publicada por primera vez en marzo de 2018
Un retrato del adolescente, una historia de amor juvenil y la denuncia del se dan la mano en esta interesante, notable y comprometida obra de Daniel J. Meyer magníficamente dirigida por Montse Rodríguez y no menos bien interpretada por Albert Salazar.
Carles es un buen chico, con espíritu positivo y ganas de vivir. Tan egoísta como suelen ser los adolescentes. Ama a los padres adoptivos. Tiene buenas notas, está abducido por whatsapp y por el hip-hop. Eso sí, le gusta ir siempre encapuchado. Todo parece ir bien, pero el mundo puede ser muy cruel porque viven personas crueles, malas. Y el drama asoma.
Meyer tenía muy claro lo que quería contar y la obra tiene la virtud de medir muy bien la información evitando las repeticiones y haciendo caminar el argumento despacio pero sólidamente, pero como decimos es la precisión con la que se combinan los elementos escénicos , las ideas con las que se potencia el texto y el juego escénico que propone la directora lo que da alas a una función llena de emociones. La directora y un actor que exhibe grandes cualidades interpretativas, una compenetración absoluta y una condición física inmejorable para decir, bailar y, en si hace falta, llorar.
Dramaturgia: Daniel J. Meyer. Dirección: Montse Rodríguez Clusella. Con: Albert Salazar.