La actriz está en el Teatro Goya protagonizando el estreno absoluto de 'La autora de las Meninas', una obra distópica de Ernesto Caballero. Y en la que se pone dentro del papel de una monja copista que recibe el encargo de reproducir el cuadro de Velázquez y acaba creyéndose más de lo que es.
¿El Goya es tu teatro barcelonés?
Como espectadora y como actriz es buenísimo. Parece perfecto. Parece muy grande, pero es muy acogedor.
¿Haces el papel de una monja artista!
Me queda bien el hábito. Y el trance místico que pasa es muy divertido de vivirlo como actriz... La monja esta está fuera de mi control... Ernesto Caballero tiene un nivel de delirio muy alto y me gusta mucho trabajar así, porque con él parece que las cosas pasen por primera vez. El texto es de una enjundia importante, ya que juega contigo. No puedo parar ni un momento, porque si lo hago...
¿Vas más ahora a los museos que antes?
Ahora voy más, sobre todo en el Prado, que es donde están 'Las Meninas'. Y creo que el espectador, cuando termina la obra, sale del teatro sabiendo un montón de cosas sobre este cuadro tan misterioso.
¿Crees que el artista contemporáneo está algo sobrevalorado, como deja entrever la obra?
La obra, más que una crítica, es una sátira sobre la presencia del artista en el mundo del arte. Mi monja se convierte en una 'performer', que se cree más importante que a obra... Parece que vivimos un momento en que todo se ha hecho y quizás nos convendría volver atrás.
¿Te has costado salir de los papeles de comedia?
De hecho, creo que he hecho bien poca, de comedia. Hago sobre todo drama. Y esta obra tiene mucho humor. Y podríamos decir que es una comedia distópica. El humor tiene la ventaja de que no salpica, que nos invita a darnos la mano con tranquilidad. La risa es muy especial, ya que te preguntas: ¿por qué todo el mundo se ríe del mismo si cada persona es diferente? Provoca identificación, ante la cual puedes hacer dos cosas: o disimular o reirte.