Con música de Sergei Dreznin y libreto de Christine Khandjian y Stéphane Ly-Coung la novela breve '24 horas en la vida de una mujer' de Stefan Zweig se transformó en un musical de cámara. Una ensoñación dramática como un poema de Verlaine, comentó la crítica francesa. La adaptación dirigida por Ignacio García –estrenada ahora en catalán– exagera hasta la caricatura esa atmósfera onírica, confundiendo al elegiaco Zweig con Arthur Schnitzler. Como si el primero hubiera escrito este drama confesional –entre 'Carta a una desconocida' y 'El jugador' de Dostoviesky– como si fuera el autor de 'Relato soñado'. Por cierto, en la partitura de Dreznin se puede escuchar el Ligetti de 'Eyes Wide Shut' entre frases musicales de Legrand, Piazzolla, Sondheim y Richard Strauss.
Esa forzada deriva simbolista se concentra en el narrador, convertido por García en un mefistofélico personaje de una opereta de Offenbach. Toda la puesta en escena está impregnada por un empalagoso cúmulo de estereotipos de obra con ínfulas artísticas e intelectuales. Un traje del Emperador que desnuda sus muchas carencias. Pretende ser tan à la page que sólo exhibe pretéritas formas teatrales.
Autor: Stefan Zweig. Dirección: Ignacio García. Dramaturgia: Christine Khandjian y Stéphane Ly-Cuong. Intérpretes: Silvia Marsó, Marc Parejo, Germán Torres.