Que el minimal es frío? Que en los clubes de techno hay mucha droga y poca libido? Como diría Palomino: mentira! En el Club 4 de la sala City Hall la combinación de ritmos teutones y de ganas de carne funciona. La música es estrictamente underground y tiene un regusto a club berlinés. Eso si, el género que hay en el corral es joven, tiene hambre y presenta una fuerte presencia de guiris con ganas de cocido. Lo mejor de todo es que estas sesiones se hacen los jueves. Y el jueves, cuando se trata de buscar, encontrar y comer bistec, es muy jueves.
Rock y sexo siempre han sido conceptos equivalentes. Si queréis ligar con una banda sonora compatible con vuestra obsesión por las guitarras, es obligatorio probar suerte en el Sidecar y el Mágico. Las coordenadas de ambos locales son muy similares: mucha gente, mucho calor, rock sin adulterar, bastantes guiris y un mar de posibilidades que resulta más accesible a partir de las dos de la madrugada, cuando el whisky y el vodka ya han roto la fina membrana que separa la timidez del "A mí también me gustan los Strokes ..." del "En mi casa o en tu casa?".
Fui allí hace un tiempo con una pareja amiga y juro que tuvimos que asustar incontables abejorros que le querían birlar la novia a mi colega. Hacía tiempo que no veía un ataque tan agresivo de buitres famélicos. Plataforma se ha convertido en una parada obligatoria para ligar entre la fauna universitaria que se mueve por el Paralelo y que se emborracha en el Apolo. Ahora bien, llevar una chica guapa a este lugar es como tirar un jamón de Jabugo en una piscina llena de pirañas enfervorizadas.
Todo el mundo sabe lo que se cuece en este Titanic del vicio juvenil. Malalts de festa ofrece sudor, alcohol y todo lo necesario para que la fauna universitaria disfrute. Aquí van al grano: actuaciones ultracomerciales, invitados de Gran Hermano tratados como si fueran dioses egipcios y un hedor de sexo universitario que hace que American Pie parezca una comedia romántica.
Notáis el peso de las feromonas universitarias? Claro que lo notáis. Pippermint es un clásico de la zona alta para ligar con erasmus. Aquí son gatos viejos y saben que donde hay carne extranjera, radiofórmula y alcohol en cantidades industriales (recuerdo unos cubalitres que harían temblar a Godzilla) hay marron y negocio. Si queréis vivir de primera mano el Ragnarok hormonal de este oasis lúbrico, los jueves organizan la University Bar, una excusa como otra para salir con el AK 47 y disparar a todo lo que se mueva.