A pesar del nombre disuasivo, tranquilos, en el Trauma las únicas heridas que os llevaréis serán lametazos en la carótida y manchas de pintalabios. Esta discoteca existe desde el comienzo de los tiempos y siempre ha sido reconocida como un foco interesantísimo para ligar con veteranos de guerra. Yogures inexpertos, chicas que no habéis visto mundo y otros pardillos, abstenerse: aquí, si queréis ligar, deberéis dar la talla, porque los habituales las han visto de todos los colores y saben lo que se traen entre manos (perdón por la broma fácil).
En La Sal llevan incontables veranos poniendo, al servicio de la clientela, una lustrosa piscina, muchísimos rincones libidinosos y, lo más apreciado por sus habituales: las fiestas de la espuma. Seguramente perderás los zapatos, pero habrás tocado más pechuga y muslo que un carnicero. Paciencia con las hormonas: en mayo vuelven a abrir.
Poca broma con Luz de Gas porque es una de las junglas más feroces y despiadadas con los débiles. En la pista de este legendario local no se admiten mierdecillas, especialmente después de la demostración de fuerza y la lluvia de Moët que protagonizó el gran Joan Laporta. Es difícil emular al maestro, pero en Luz de Gas tendréis que dar el do de pecho e intentar dejar huella. No en vano, muchos conocen esta discoteca con el explícito nombre de La Piscifactoría. Ya sabéis, en cuanto saquéis la caña (con un mínimo de estilo) no tardaréis en sacar una lustrosa lubina del agua.
Sí, ya sé que el más conocido es el Duvet-el antiguo Imperator-, pero creo que sería injusto obviar dos clásicos de esta magnitud cuando la arruga entra en juego. El Retromusic, conocido como Quartier y ubicado en Pedralbes, tiene todos los ingredientes para pegarse una juerga pasada la cincuentena. Tocan los Sirex, Santi Carulla, Los Diablos, Los pasantes ... Sólo faltan Carmen Sevilla y Parada. En la sala Marabú el ambiente es más de fiesta mayor: tienen orquesta y hits decimonónicos para que las señoras paseen laca y los señores se ajusten el peluquín.