El chef Antonio Sáez –quien con Berasategui ganó las dos primeras Michelin del Lasarte– ha abierto una taquería con un amigo suyo de Puebla, Raul Salcido. Y el sitio es tan minimalista –parece la sala de espera de la mutua, aunque admiten reservas– como la cocina es espectacular. Tienen una máquina de donde salen las tortillas delante de tus narices. «Somos de los dos o tres de Barcelona que las hacemos. Son de maíz azul, que tiene un sabor neutro que permita apreciar la receta», explica Sáez (chuba quiere decir maíz en zapoteca).
Ha dispuesto una carta con tacos mexicanos tradicionales –¡qué buenos al pastor!– y un apartado de receta propia, hedonista y de producto máximo que es para quitarse el sombrero. El de solomillo rossini –ternera, foie a la plancha, salsa de trufa y aligerado con una pizca de kale– es magnífico, como lo es también el de carrilleras de cerdo guisadas con mole. Cuatro tacos grandes que se hacen cortos, te vas para casa contento por menos de 20 euros (podemos pedir salsa taquera, pero no es necesario: cada bocado se sostiene por méritos propio). En la cima del taco barcelonés, sin discusión.