Otro restaurante chino de piedra picada: Xino Mandarino –¡nos encanta el nombre!– es el restaurante de una familia de Qingtian que lo abrió en el 2019. Ya hace tiempo que los restaurantes chinos de dragones dorados quedaron perdidos en el tiempo –pero déjalos ir, todavía, los que quedan– y el Xino Mandarino está a la altura del chiste autorreferencial: tiene un buen diseño y una ambientación de luz baja que por la noche lo hace de lo más romántico
(pero también permite que aprecies sus murales alusivos a la revolución cultural: una mezcla de moderno y kitsch de farolillo de lo más acertada).
La carta es larga y fiable: aparecen platos del recetario familiar de Qingtian y también de otras zonas de la inmensa gastronomía del gigante asiático. Aparte de platos que todos conocemos, como el pollo a la 'kungpao' –bien bueno, por cierto– aquí se estilan los inventos y las fusiones divertidas con suficiente sentido, como unos nachos de wan ton con guacamole y gambas. Los precios son ajustados si tenemos en cuenta la calidad y las raciones son ideales para compartir.