La Vermuteria Masnou tiene detrás al Grupo Galera, con restaurantes como la Bodega Granados, L'Òxid y el Loria. Ha nacido con esta fórmula tan extendida como infalible: una barra bien linda hecha con baldosas de mosaico hidráulico, vinos, vermuts, birras, tapas frías y calientes a precios moderados –que más bien son medias raciones– y una ubicación privilegiada en un callejuela con encanto de Sants, barrio que, con permiso de Sant Antoni, se ha convertido en la capital del vermut en la ciudad. El local tiene, además, una entrada fantástica, con un trocito de barra que da a la calle (tomad nota, fumadores).
Las bravas, unas patatas blancas, pequeñas y blandas, servidas con la piel y acompañadas de una salsa vermutera propia, alioli, picada verde, mostaza antigua y especias como el pimentón o el orégano, son un buen ejemplo de esta voluntad del chef de reinventar los platos de siempre sin modificar la esencia, al igual que el corazón de buey relleno de esqueixada, uno de los platos fríos más exuberantes de la carta, que sigue la máxima del local: "Producto fresco, de calidad y proximidad".
Tienen, además, unas croquetas impecables (de setas, queso y jamón, especialmente buenas estas últimas) y platos de tenedor como la cazoleta de huevos estrellados con jamón ibérico, el trío de hamburguesas o la brocheta de mar y montaña, a precios muy asequibles. Completan la carta una selección de tártars, tempuras, ensaladas, aperitivos de lata, embutidos y quesos y postres fantásticas como las tres texturas de chocolate y naranja o la crema catalana con frutos rojos.