Atsushi Takata: "Jamás he pensado que tengo un restaurante japonés, no lo dice a mi tarjeta". Y tiene toda la razón del mundo. Él fue pionero en 2002 a mezclar Japón con Cataluña –ese maravilloso Icho ¡ah, los fideos de sepia con papada!–, y conoce y ama a fondo la cocina catalana y ejerce sin etiquetas ni jaulas. En 2021 reabrió su referencial Uribou en un local íntimo, lejos de los 50 comensales de La Cocina de l'Uribou, de cuando estaba en Les Cortes.
Sólo hace 'omakase': "La gente, si ve japonés, siempre termina pidiendo 'yakisoba' y 'makis'. Y la cocina japonesa es muy amplia, por no decir que intento hacer mis propios platos". El abundante menú, a 57 euros, pasa por tapitas, tres platos de temporada de media ración y la elección entre un surtido de sushi o alguna otra especialidad, siempre barbaridades de sabor y técnica delicada, como su tempura de alcachofas con langostinos. ¡Un plato que une Hiroshima con el Prat de Llobregat!