1. El Racó del Cargol
Los caracoles no son los únicos que sacan la cabeza en este restaurante, embadurnados en una salsa secreta que deja sin sentido; también destacan el bacalao (solo hay que mencionar el bacalao con fondo de confitura de tomate y foie) y la carne cocinada a la piedra, que podréis decidir a qué punto queréis porque dejan a la vista la piedra mientras la carne se cocina. Esto no significa, sin embargo, que el resto de la carta sea menos espectacular; los pescados, arroces, entrantes y una cuidada carta de vinos también se hacen notar. Esta pericia en el servicio y el arte de la cocina tradicional ha pasado de generación en generación, y es que la familia Guilera Galimany se dedica a la hostelería desde hace más de seis décadas (en 1961 se fundó el primer establecimiento). Su profesionalidad se manifiesta en otras combinaciones, como los canelones de langosta con crema de ceps o un salteado de sepia con garbanzos y butifarra negra. Un lugar donde practican la auténtica cocina mediterránea sin renunciar a la originalidad.
- Doctor Martí Julià, 54. L'Hospitalet de Llobregat