En términos de diseño y cocina, es innegable que el restaurante primigenio de Grupo Tragaluz, Tragaluz, ha marcado una época en la restauración en Barcelona. Es camaleónico: empezó hace más de dos décadas como ejemplo de aquello a lo que se llamó cocina mediterránea –presentación moderna de recetas de toda la vida– y se ha ido adaptando a tendencias gastronómicas y de interiorismo con una solvencia indiscutible. En la planta baja encontraréis El Japonés, que vuelve a la casa madre. Tragaluz sigue liderando ahora más verde, más fresco, más joven, más italiano. A modo de ejemplo, el imperdible 'pappardelle al ragoût' de cola de buey.