Su decoración atrae por coloreada, luminosa, de puro ingenio, y quien entre por primera vez quizás creerá que deberá conformarse con ello. Sin embargo, la cocina de Peter conquista desde el primer entrante. Original, sabrosa, sin aspavientos, la carta permite una infinidad de posibilidades 'para todos los bolsillos', como decía un viejo anuncio. Aquí, poca promoción y publicidad. Comenzamos con las croquetas, soberbias las de curry y las de pularda. Una tarjeta de presentación infalible. Hedi nos recomendó un cebiche que, aparte de estar elaborado según los cánones, contaba con el añadido de un helado de cilantro, exquisito y original.
El ambiente y la confección de la carta invitan a compartir, lo que hicimos con una burrata de alta calidad, la ventresca de la casa y unas patatas bravas de categoría. Todo con una presentación moderna, pero sobria, acompañada por una carta de vinos que podría ser más amplia por la riqueza de la oferta. Los callos, fricandó y albóndigas, muy bien preparados, fueron una sorpresa mayúscula. Pero para los que somos tachados como mínimo de anacrónicos, los postres se llevaron todos los aplausos. Ya casi nadie, si no es el Via Veneto, prepara la crepe Suzette. Hedi las hace a la vista y más ligeras que las tradicionales. Un cierre ideal para un minibanquet.