No es una cafetería, y menos un bar. Es un taller con las puertas abiertas, una invitación a vivir de otra manera. Carmen y François se encontraron en ese momento vital que te replanteas todo y decidieron hacerlo juntos. Empezaron a pensar qué relación tenemos con lo que comemos, las inercias, el absurdo de la industria alimentaria. Vieron que el movimiento 'slow food' se había centrado mucho en la gastronomía, pero que quedaba mucho por recorrer en otros ámbitos y con el asesoramiento y la amistad de los torrefactores Coutume, de París, se metieron de cabeza en el café de especialidad.
En 2015 pusieron en marcha SlowMov y el nombre lo dice todo: poco a poco. Con la preciosa tostadora Giesen a la vista y una pequeña salida encantadora, abren el taller para que todos puedan degustar los cafés de temporada de todo el mundo: practican el comercio directo. Son unos entusiastas y te explicarán con todo detalle lo que quieras de la elaboración, del origen, de los mil matices del café y de todo lo que trabajan (el pan, el aceite, la leche ...). Si queremos un mundo mejor, necesitamos más proyectos así.