Gran equipamiento con espacios que merecen la visita: Los 1.000 m2 de local están decorados con piedras centenarias procedentes de Shanghai, poemas chinos en las paredes, evocaciones de Gaudí, salones privados tranquilos (¡o con karaoke!), e incluso una sala con pista de baile.
La pitanza también la vale: Chuen Soun Lam, que abrió uno de los primeros chinos en Barcelona en 1979, está especializado en la cocina cantonesa, caracterizada por sus sabores suaves, ingredientes frescos y gran variedad de verduras. El gran secreto es la potencia de fuego que cuece cada plato en menos de un minuto, conservando así sus vitaminas y dejando el sabor del wok. Y podréis probar también la auténtica sopa de aleta de tiburón, así como el abalón, un marisco asiático de sabor muy particular y muy difícil de ver en la carta de los restaurantes asiàticos.