Toni Pol y Nicoletta Acerbi, los propietarios de Due Spaghi, un templo de la pasta italiana adherido a Slow Food que, lamentablemente, cerró, tuvieron la gran idea de expandir el negocio con Santo Porcello, un bar de buenísimos bocadillos italianos que estaba puerta con puerta. Cuando abrieron, en 2018, el 'panino' era muy poco conocido en Barcelona: esa mezcla cuidada de embutido, verdura, queso y salsa que con el paso de los años ha triunfado. Y cabe decir que Santo Porcello, uno de los primeros en dedicarse a ello, marcó un estándar muy alto que hoy en día sigue siendo referencia. Santo Porcello, además, es acogedor, con un interiorismo cuidado que fusiona bar de bocadillos y charcutería.
El pan, clave del éxito, está hecho a medida para ellos. Y cuando pruebas una maravilla como el Bologna Grossa –con pesto de pistacho, mortadela de verdad, suave queso scamorza ahumado y aceite balsámico– entiendes qué significa mezclar con cuidado. Pol es un filósofo y erudito del bocadillo, y transmite este conocimiento en unas diez recetas exquisitas (el Gambardella, con porchetta y verduras asadas, es otro de los imprescindibles de la casa). "Un buen bocadillo es algo muy serio, significa un rato de intimidad gastronómica, y te lo tienen que preparar muy bien", reflexiona. Aparte de los 'panini', hay una amplia carta de quesos, embutidos, encurtidos y delicadezas italianas como los 'tigelle', panecillos de Módena con varios rellenos. Tal ha sido el éxito que abrieron dos más: en Plaza de Artós 7 y en Buenos Aires, 11