Los fanáticos del fútbol hacen cosas que al el resto del mundo, es decir, a cuatro gatos, nos parecen muy extrañas: comprar sandwicheras que imprimen en un bikini el escudo del club de tus amores, preservativos o pasta italiana oficiales.
Pero algo que sí es realmente curioso es que la única opción gastronómica dentro del campo del Barça fuera comer aquellos bocadillos de butifarra que todos recordamos. Esto se ha acabado: el Grupo Iglesias y el catering Singularis gestionan el Roma 2009, un restaurante con todas las de la ley en el Camp Nou. Juan Carlos Iglesias está de acuerdo conmigo: "Es increíble que un estadio como el Camp Nou no tuviera una propuesta gastronómica de más nivel", valora. De hecho, añade que la gracia del Roma 2009 "es que se trata de un restaurante digno de ser
visitado por sí mismo".
La visita está justificada estrictamente en lo que se come: Iglesias explica que han hecho "un resumen de los platos de nuestros restaurantes" y sobre todo que han buscado "no hacer experimentos, y llevar a la mesa una propuesta sólida y solvente". Y reconocible: "A través del nombre de los platos ya sabes qué comerás, sin experimentos".
Hablamos de cocina que todo aquel que haya visitado el Rías de Galicia o el Espacio Kru recordará, como un cebiche de dorada con leche de tigre de maracuyá (esta es la parte más accesible de la 'kruatividad', si se me permite el juego) o platos directos, muy elaborados y sustanciosos, que sencillamente son fiesta mayor para todos los públicos: como una tiernísima espalda de lechazo con verduras, un arroz meloso con setas de temporada o un larguísimo canelón de pollo y foie gras que es un retorno a la niñez. Y ojo: tiene un ticket medio inferior a los restaurantes mencionados (y botellas de vino a precios asequibles). "No es un simple menú, pero cobramos lo mínimo que hace falta cuando empiezas a hacer las cosas con mucha calidad y producto del bueno", puntualiza.
La parte fetichista sobrepasa los sueños más húmedos de cualquier gourmet azulgrana: se accede al restaurante por la puerta 19 del estadio –acceso abierto, con parking gratuito– y después del festín, te puedes aferrar a tu gin-tonic y tragártelo sentado en el palco del campo, con una visión panorámica despampanante. Sólo hay un inconveniente: los días de partido funciona como servicio de los invitados del palco y cierra al público. Y tampoco está abierto el día antes de un partido de Champions.