Restaurar un local puede parecer una estupidez pesada, pero también tiene parte de inteligencia. Porque una vez hecho, si funciona, durará muchísimos años. Esto lo dice Enric Rebordosa. Notar el peso de la historia debe ser una de las fuerzas que mueve el Grupo Confitería (La Confitería, Maravillas, Alegría, Paradiso, Dr. Stravinsky). Lo han vuelto a hacer: después de la titánica reconstrucción del Muy Buenas, se han vuelto a liar. Han reabierto el antiguo Beltxenea (restaurante vasco en Mallorca, 275, cerrado en 2012) como Rilke. El romanticismo decadente le pega al sitio como la sífilis a Baudelaire: es una finca señorial de principios del XX, con un comedor imperial, desde donde se divisa un patio interior presidido por una Venus de Milo, fuente de leones y vegetación pulcramente farragosa. "O nos convertimos en el centro del cosmos o volvemos a pelar patatas", ríe Rebordosa. Y esta vez no lo han hecho solos: Rilke es una 'joint venture' con el Grupo Kafka, propietarios de Bananas, The Corner y Café Kafka, locales también de personalidad estética subyugante.
Además de estética, tienen un triunfo ético: "Alta cocina en medias raciones, para recuperar el espíritu de grandes hoteles como el Nomad de Nueva York o el Drolma". Y poca broma, la comandan Rafa Peña (Gresca) y Jaime Tejedor (Libentia, Saüc). Cocineros en la flor de los 40, todavía jóvenes. "Jaime dijo que aquí la cocina la determina el lugar, y es cierto". La carta es la sublimación del estilo neoclásico del grupo y de Peña: apartados breves de entrantes fríos, calientes, pescados y carnes. Potencia, alta cocina, espíritu francés, corazón catalán y fondos potentes, en medias raciones "para que puedas probar tres o cuatro platos y no te alejes de los 50 euros. Por aspecto este lugar parece de 100, pero no".
Y la cocina es seria, de gran casa burguesa sin rigidez: la terrina de ternera con alcachofas es un plato goloso y sanguíneo, de los que llevan la firma de Peña. Y también es un placer comer producto fresco inmejorable, como un pescado de lonja con verduras crujientes que es un poema. Como decíamos, aquí mandan los fondos potentes en media ración, y en invierno la caza: un plato como los canelones de faisán con bechamel de asado es un muy buen ejemplo.
Donde estaba la capilla de la familia, se levanta una coctelería "al estilo que triunfa en todo el mundo, la coctelería de hotel tranquila". Todo cambiado para que parezca igual. La impresionante voluta de madera de la entrada es de silicona, porque replica la única que quedaba en pie. Lujo burgués a precio de clase media. Eso sí, de cuando la clase media existía, claro.
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