Ir a tomar una bebida en Gracia es asumir que acabarás encerrado dentro de un local diminuto, apretado de personas y donde deberás salir a la calle a fumar. Tampoco es que el Rabipelao sea un bar muy grande, pero su suerte se llama terraza: un atributo muy preciado en esta zona. Si te gustan las arepas y los cócteles exóticos hechos con frutas de verdad y no las combinaciones endulzadas con jarabes, debes visitar el Rabipelao. Las tablas de la sala interior son a suficiente distancia de los bebedores vecinos. Tanto, que incluso favorecen las reencuentros con viejos amigos, con los que las conversaciones derivarán de hablar de las banalidades recientes del trabajo a explicarse los últimos encuentros sexuales.
En la terraza se respira un falso aire fresco gracias a las palmeras, las mesas de jardín y el techo de paja. Dentro, en cambio, la luz tenue, las paredes barrocas de terciopelo con terminaciones y los espejos que recubren el espacio, te abren paso a vivir una noche llena de intimidades. En una de las mesas hay un grupo de amigos tan entretenidos charlando que han olvidado que venían a probar la cocina venezolana, y sólo celebran haber encontrado un espacio donde poder abrirse tanto como a los 16 años, sentados en un banco con pipas.