Pueblo Libre lleva el explícito subtítulo de Taberna Peruana. Esto no quiere decir que sea un sitio de baja estofa. Los peruanos se enorgullecen mucho de su cocina, ya sea de raíces populares o ajustada a los preceptos estéticos de San Gastón Acurio, y en Pueblo Libre la intención es rendir homenaje a las casas de comidas de Lima en ambiente distendido y precios no baratos – un buen restaurante peruano nunca lo es– pero sí asequibles y con platos de calidad.
El cocinero y propietario, Pablo Ortega, promueve la alegría popular, pero ha pasado por Astrid y Gastón y ha sido jefe de cocina de Tanta, el primer restaurante de Acurio en Barcelona. Orgulloso de su mestizaje aplicado a la cocina, en el posavasos podrás leer 'soy cholo'. Esto significa que en la carta están los diferentes cruces de cocinas del Perú: primero, entrantes con ceviches, causas y chicharrones –amigos del torrezno y el tocino, probad la versión peruana– y de segundo propone cocina italoperuana, la bachiche, presente en platos como tallarines con milanesa o un ossobucco guisado con puré. Y también la chifa –la vertiente china–, con arroz y pato o lomo saltado, esa deliciosa burrada de tiras de bistec salteadas con lomo, arroz, soja y patatas fritas. Las raciones son excesivas, y llenas de hidratos de carbono distintos, combinados con proteína: los peruanos son de vida, y más si es un restaurante tradicional. Ojo en el menú de mediodía.