¿Vale la pena, el 'fast-food' italiano? Sí, si entra una cadena como PolentOne, un local de comida rápida que exporta al mundo 'fast' lo 'slow', la polenta (pasta hecha de maíz, típica del norte de Italia): "Es comida buena, barata y que llena", explica Jordi Bofill, copropietario del local con Gigi, italiano de Lombardía.
En el país de la bota hay 11 polentones, pero sólo funcionan para llevar: los dos socios tomaron un local de la Avenida de Gaudí –¡acumulando polvo durante 40 años al lado de la Sagrada Familia!– y lo han reconvertido en un acogedor restaurante rápido donde curran los propietarios.
Del despreciado maíz –aquí fue directo de América a los cerdos– salió un plato popular que ellos preparan en dos versiones: la 'polenta bramata', la más común, y la' taragna', que incluye queso en la cocción y lleva también trigo sarraceno. El menú, con ensalada caprese o verde (todo el producto base es italiano) sale por 10 euros, bebida y tiramisú incluidos.
El plato de polenta se puede aliñar con una quincena de salsas: en verano es bueno, pero en lo más crudo del invierno, un tazón caliente de polenta, puré semisólido y de sabor suave, cubierto de salsa de ciervo, de liebre o de jabalí, reaviva el espíritu. Y por cierto, por si os la lleváis a casa, debéis saber que con la polenta recalentada se produce el efecto paella: ¡la del día después es deliciosa! Si queréis una comida de postín, pedid la polenta y antes la ensalada de bresaola con rúcula y pecorino, un sencillo pecado.
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