Lo primero que nos llama la atención de este local es su gran espacio: diseñado sin alardes pero con un gusto exquisito, con techos altísimos, reproducciones del románico pintadas con acuarela en las paredes, un mobiliario de madera al estilo nórdico, cálido y elegante, y un espléndido patio interior que también se puede reservar para celebraciones privadas.
"Nosotros somos tres cosas: tienda, carnicería y restaurante", explica la responsable Gemma Torrescasana, "y sólo tenemos productos del Pirineo", desde queso Idiazábal del País Vasco francés hasta vinos con DO Somontano. El denominador común de todos los productos de la tienda es que son artesanos, en muchos casos ecológicos, "elaborados a la manera de nuestras abuelas".
Una filosofía que se traslada a su carnicería, donde podréis encontrar pollo, ternera, cerdo, cordero, pato y conejo, o embutidos como los de ciervo, de jabalí, la sobrasada o un magnífico jamón del Pirineo que sorprenderá a más de un amante del ibérico.
Las carnes son ecológicas y los hay de diferentes razas, desde la ternera pirenaica, más dura, hasta la morena, adobe y melosa. Con esta materia prima se provee el restaurante, que tiene una carta con entrantes, tapas y ensaladas y un apartado de cortes de carne que se acompañan siempre con una triple guarnición: hidratos de carbono, verdura y ensalada.
La elección es siempre complicadísima. Hay que escoger, por ejemplo, entre un wok de tiras de pollo con verduras, coco y cacahuetes; un medallón de pierna de ternera a la parrilla con ensalada, patata y salteado de setas, o unas costillas y espalda de cordero con ensalada, patatas y tomate? Y aquí no se acaba la oferta, ya que si no os convence ningún plato de la carta, siempre podéis elegir una carne de la carnicería y pedir a Merche, la cocinera, que se la prepare el momento. Pagaréis el precio de venta al público más € 7 de la triple guarnición. De hecho, los precios son bastante ajustados. Todas las carnes, excepto el wok y el Cordon Bleu, rebozado, se cocinan a la parrilla.