Si tienes entre 38 y 45 años, es posible que te hayas anestesiado muchas noches de sábado a base de cervezas de importación en el Piper's Tavern. Abierto en 1987, el Piper's era un bar de tapas con sesgo nocturno; tanto servía para zamparte un buen plato combinado como para encarar la primera tanda de la noche (o la derrota del Barça) a base de gin-tonics y cubatas bien cargados. Después de una etapa de decadencia –suya y tuya– lo has evitado. Y un día entras (por nostalgia) y te da cuenta de que la cerveza está bien tirada y que la madera lacada vuelve a brillar.
Y más: que las tapas dicen muérdeme. El grupo La Confiteria, especialistas en reavivar bares clásicos, se han hecho cargo del Piper's. “No conozco a nadie que no haya venido de joven”, explica Lito Baldovinos, uno de los socios, que se preocupa por el destino de bares como el este: clásicos con 25 o 30 años de vida que no son suficientemente emblemáticos para patrimonio pero sí arraigados en la conciencia noctámbula de la ciudad. Han cambiado ciertas cosas, claro: la cocina ahora es impecable, tiene aires de pub inglés y un apartado de coctelería fizz –alcohol premium, sobre todo ginebra, con cítricos y soda– gana la partida en al gin-tonic. Teniendo en cuenta que los cócteles van a 7 euros –a cargo de gente que ha abierto algunas de las mejores coctelerías del mundo– es una oferta inmejorable.