El concepto de Pibä –qué nombre más curioso, parece que volvemos a la era de Mötley Crüe, cuando iba todo en diéresis– es sencillo y efectivo: un bar-restaurante que te sirve brochetas en una canasta (algunas hechas a la brasa) acompañadas de patatas fritas y que te comes con las manos (el concepto recuerda un poco los antros de la costa de Guirilandia que te ponen en una cesta pollo a l'ast y patatas para devorar sin cubiertos).
La diferencia es que aquí el producto es óptimo, la cocción está en su punto, y las patatas fritas buenísimas. PiBä es el invento de un cocinero argentino de altos vuelos, Daniel Tolosa, que quería "ofrecer un producto gourmet a un formato simple y descontracturado", explica. Hoy en día, tienen ocho restaurantes en Argentina, uno en Barcelona y otro en Milán, y una fábrica de cerveza artesana que los abastece. Por poco más de 15 euros, indulgencia de unas brochetas de entraña con salsa criolla y chalota caramelizada, fritas y cerveza, por ejemplo, y el menú de mediodía (con empanada bien hecha incluida) es muy recomendable. Bueno, rápido y barato.