Corazón del Eixample. Un local en el que se albergó una antigua librería. La mezcla de nuevos olores de cocina y de la sombra de viejos libros da un ambiente especial. El Pepa Pla está de moda pero espero que la moda no pase para un local donde se come realmente bien. Una cocina que es la mezcla de muchas cocinas -cocina multicultural, llaman- y una carta que te invita a volver para probar todos los platos que varían según la temporada.
Al mediodía, hay posibilidad de hacer menú pero la carta es tan tentadora que me decido para pedir un primer y un segundo fuera del menú. Primero pido un cebiche de pulpo y langostinos que es de los mejores cebiches que he comido nunca. Hecho el momento, su frescura transmite vitalidad. De segundo me decanto por la tripa de bacalao -una de mis debilitats- con setas. Un plato ligero que describe la cocina del Pepa Pla. Sabores intensos, aceites poco pasados por la freidora. El disfrute de comida en mayúsculas y sin síntomas de pretensión.
Para postre pido un sorbete de menta y pomelo. Un buen epílogo para un local que tiene una pila de platos que te obligan a volver: champiñones, wasabi y fresas, una pizza okonomiyaki y tocino, un calamar y papada, unos mejillones con vermut y naranja y un nigiri de caballa y foie graso. Un lugar fantástico donde ofrecen buenos platillos y vinos a una calidad y un precio más que correctas.