¿Qué hace que un bar sea más que un bar? Ciertos lugares, más que ponerse de moda, son un paradigma del barrio, de cómo beben, qué comen y cómo hablan los vecinos. L'Espai Joliu consiguió lo más difícil con una fórmula que parecía sencilla pero ha tocado la fibra en Poblenou: cafetería y tienda de plantas; y ahora te lo encuentras siempre más lleno de clorofila y personal que la Selva Negra en agosto.
Lucía López, la dueña y fundadora, ha abierto el Orval, que define como "el hermano malo". De hecho, "quería romper con todo lo de bonito que tiene el Joliu", dice. Alerta, no es que haya erigido un templo a la fealdad. El Orval -sinónimo de estramonio, aquella planta que se frotaban las brujas en la entrepierna para hacer volar el la escoba, no abofetea con la embriagadora sensación de cuquismo barroco y destartalado del Joliu. Es una cafetería con plantas, sí, pero es un espacio sobrio, rectilíneo y lleno de luz, ideado para "suplir las carencias del espíritu 'low cost' con el que abrió el Espacio Joliu, su falta de luz y también para absorber la gente cuando está petado ", explica López.
El Orval parece minimalista, "pero espérate que se llene de plantas", ríe esta interiorista de Elisava, que acabada de graduar volvió de Berlín con el Joliu en la cabeza. También ha abierto Orval "por la necesidad de crear algo nuevo": en el segundo piso hay un horno de cerámica, donde ella y su hermano hacen las tazas del café y las macetas de las plantas. El café, como el estramonio, es psicoactivo, y el suyo es de los mejores de un barrio (los alrededores de la estación del Norte que todavía parece un barrio); gastan el café de Nomad para el espresso y para el filtro el de los vecinos Three Marks Coffee. Y tienen una carta de desayunos de alta calidad: tostadas con pan de Yellow Bakery, pastelería y bollería de The Cake Man, mantequilla y compotas caseras, y los viernes 'doughnuts' veganos de La Donutería. En definitiva, como desayunar en un mercado gastronómico, con servicio ininterrumpido de nueve a siete.