Llegar a las dependencias del hotel Barceló Sants, casi suspendido sobre la estación, ya es una experiencia inquietante por sí misma, especialmente si accedéis a través de las escaleras exteriores, que evocan un escenario postapocalíptico, ideal como previa a vuestra incursión en el Orbital, un espacio futurista e imponente que se consolida como el rincón más informal de un hotel ambientado íntegramente en el futuro.
Allí, entre LEDs, módulos high-tech y una gran mesa redonda con ordenadores, con una increíble vista sobre la ciudad, podreís disfrutar de un surtido de gintonics, coctelería clásica y creativa, vinos, carta de cafés, bocadillos y snacks mientras cerráis business trascendentales o simplemente observáis como cambian de color las tacitas del cortado. En la carta, encontrareís nueve gintónics diferentes con diferentes ingredientes botánicos, desde los clásicos con pepino y fresa hasta otros más sofisticados como la pimienta rosa.
La coctelería se caracteriza también por su atrevimiento: Manhattan, daiquiris y mojitos conviven con propuestas como el BBC (banana, Blue Tropical y coco). Chips de verduras, de morcilla, galletitas, frutos secos o cacahuetes con wasabi son algunos de los snacks con los que se acompañan los cócteles de la carta. Y la coctelería es tanto un preámbulo como una coda ideal para una visita al nuevo restaurante del hotel, el Hydrogen, donde el chef de toda la vida del Barceló -el siempre solvente Ramon Ribas- ha renovado la oferta.
El Orbital es un lugar amplio, agradable, con pequeñas mesas Tulip y sillas que parece que alguien diseñó pensando en la cabina de un ovni, perfecto para hacer reuniones informales de trabajo o matizar, iPad en mano, algunas de las afirmaciones de Cabronazi. O simplemente, por qué no, para disfrutar de un lugar perfectamente refrigerado con una vista imponente y cócteles notables.