Es divertida la idea de ponerle a tu restaurante el nombre de tu hijo al revés, como desde un espejo –sobre todo cuando nuestro reflejo, nuestra imagen, es el tema central de la novela de Oscar Wilde, 'El retrato de Dorian Gray'. Nairod tiene la elegancia del gran autor inglés: la iluminación, con luces puntales cenitales, la vajilla 'vintage' y despareja, las sillas preciosas y la distribución de las mesas dan una sensación de confort y refinamiento que confirma la carta.
El chef David Rustarazo, quien trabajó en Coure, nos hace una veintena de propuestas que consiguen que comamos los platos de siempre como la primera vez: los disloca sin darles la vuelta, manteniendo el espíritu. El fricandó es con carrillera de ternera (15 euros), y esta carne, más fuerte, añade un punto de sabor que le va muy bien. Se atreve con una croqueta de cerdo y cheddar (2,5 euros) espectacular. Inventa combinaciones razonables y exitosas, como la mojama con endibia asada y 'crème fraîche' (10 euros) o un arroz con leche con naranja amarga y helado de pistacho (6,5 euros), fresco, imaginativo, con diversas texturas. Teniendo en cuenta que Rusti está solo en la cocina y que la hace funcionar perfectamente, hay que aplaudir una ejecución que iguala el acierto de la carta y el buen gusto del local una sensación de confort y refinamiento que confirma la carta.