“El consumo de helados en Barcelona es muy particular. O te dedicas al turismo y vendes cualquier cosa, o a un mercado difícil. El barcelonés tiene un consumo de temporada”. Esto lo dice Massimo Pignata, heladero propietario de Delacrem. Y tiene razón: heladero que vienes a Barcelona, uno de estos dos mercados te puede helar el corazón.
Pero quien resiste, vence. Y en la nueva heladería Mannà, en el Gòtic, tienen el firme propósito de “trabajar para los vecinos y ser complementarios a la oferta de la calle Banys Vells y Avinyó”. Carlos Triago y María Lourdes Viso son matrimonio y socios. Una combinación que podría ser resbaladiza como el hielo. Si no fuera porque pasan a engordar el escaso club barcelonés de heladerías artesanas y de alta calidad. Son venezolanos, y después de estudiar el oficio de heladero en Italia, se han especializado en helados de autor hechos con frutas tropicales. “Pero no vamos a buscar cualquier fruta tropical. Solo las que están en su punto óptimo”, explica Viso.
¿Cómo podemos saber si una heladería es artesana? Pues ver cómo fabrican los helados en el obrador es una buena señal. Y que te enseñen la vainilla o los pistachos con los que hacen el producto. Cuando llego, está saliendo un cargamento de banana split. Y Triago me da a probar el helado de chocolate negro venezolano: hecho con chocolate Otucan –el Rolls-Royce del chocolate– con miel y ron, es de un goloso extremo. Hasta hace poco tenían helado de guanábana, ahora tienen guayaba, chirimoya o sabores más identificables: com el de chocolate de Madagascar con maracuyá o el de pastel de queso. Por cierto, este es uno de los pocos lugares donde pediría un gofre: me enseñan cómo los hacen ellos, con mantequilla.
Obsesión por el producto
El turinés Massimo Pignata sabe de qué habla cuando habla de helado en Barcelona. Esta primavera celebra cinco años convertido en un gran fenómeno –es conocido en toda España– en pequeño formato (es una heladería-cafetería pequeña). Su obsesión ha sido siempre trabajar con el mejor producto de temporada: “He intentado no poner fresa fuera de temporada, pero la gente lo pide. Si la fruta no está madura, no hacemos el sabor”, explica.
Pignata, además de clavar el gusto primario del producto, es un mezclador virtuoso de sabores. Ahora tiene los nuevos helados primaverales. Por ejemplo, un muy refrescante helado de pomelo con menta, o el Cítricum, una mezcla de cítricos con bergamota, pomelo rosa, naranja sanguina y limón. No todo el helado que hace se come aquí: en la quesería Simó encontraréis helados suyos hechos con queso selecto.