Maison Carne, sucursal barcelonesa de una pequeña cadena francesa, tiene un único plato: un chuletón de kilo de vaca vieja -frisona italiana, las que hacen las ruedas de parmesano, alimentada durante 12 meses con hierba- y que te llega a la mesa con patatas fritas, ensalada y una degustación de paté artesano de Cabanes (Francia). ¡Por 29 euros! "Es una apuesta radical que quiere maximizar la curva del placer", me explica el encargado. La carne, hecha al Josper de brasa, es deliciosa, con el punto justo de costra tostada y el interior rojo y jugoso que anhelamos todos los carnívoros.
La dejas reposar en una pequeña parrilla en la mesa, para ajustar la cocción, y puedes hacer el troglodita con el compañero desguazando y tostando grasa y cartílagos hasta que sólo quede el hueso. El vino de la casa, requetebueno, va a un euro la copa: cada marca de centímetro de una botella tamaño Magnum. Y de postre tiene la opción de degustar quesos franceses afinados, que te cobran al peso del que consumas.