Macondo, el pueblo ficticio creado por Gabriel García Márquez, tiene un restaurante en Barcelona que es lo que se llama un descubrimiento. En el Macondo barcelonés hacen cocina caribeña y el resultado es fantástico.
El local es agradable. Dos en la mesa y una carta con una oferta muy sugerente. Hay una oferta de ceviches muy interesante, como uno de corvina, mango y aguacate, o uno caribeño con langostinos con cítricos. Nos decantamos por el de atún y tamarindo, que acompañamos con unas empanadas de maíz y carne, y unos 'rollitos de Boronia', rellenos con berenjena, puré de plátano, pimientos y queso. Unos entrantes formidables, aromáticos y nada pesados, un viaje caribeño a unos cuantos kilómetros de casa.
De segundo, pido una sobrebarriga criolla, entraña cocinada en una cocción lenta y acabada a la brasa, que resulta de una melosidad crujiente extraordinaria. Los jugos de la bestia, con la cerveza, el tomate, la cebolla y el tomillo, hacen el resto. Mi amigo pide un arroz Sinuano, un potente plato más invernal que veraniego. Liga bien con la sobrebarriga, lo que me saldría si siguiera embobado con una carne tan excelente que crea adicción. Otro día pediré una cazuela cartagenera. De postres, compartimos un postre de la pasión. Fruta de la pasión con mascarpone sobre una galleta crujiente.