Un local pequeño y sencillo, pero con muy buena oferta. Cuando lo abrió en 2007, Santi Rebés aportó técnica, juventud y entusiasmo a lo que llamaron bistronómicos (es decir, restaurantes pequeños con producto de temporada y mano autoral) y hoy se ha consolidado como uno de los restaurantes de Barcelona donde la cotidianidad se convierte en reconfortante: una cocina creativa, pero que no quiere obligar a replantearte cada cosa que te comes.
En los bajos de una finca modernista, Rebés cambia semanalmente la carta, y ofrece un menú de mediodía donde cada detalle se cuida con delicadeza, con platos como un puerro confitado con ventresca de atún y mayonesa o un trinchado con papada Ral d'Avinyó.