Tiene poco de francés pero mucho de esta deliciosa cocina. Rosa, la patrona cocinera, es una experta en la cocina vecina, pero a lo largo de los años ha ido imponiendo platos de su creación que tienen muchos seguidores. Se puede decir que este es un gran homenaje a la cocina francesa hecho por una catalana que, con su familia (su marido Joan y su hijo Sergi en la sala), ha creado un punto de referencia en la zona. A mediodía es casi imposible conseguir una mesa. Por eso es recomendable la noche, cuando se abre un exquisito panorama.
A mediodía hay diversos menús. El diario, un menú especial y el menú clásico. El día de nuestra visita, por la noche, optamos por dos menús clásicos, los más recomendables y ajustados de todos. Como entrantes ofrecían suflé, tallarines frescas con bacalao y alioli y sopa de cebolla gratinada. En lo que se refiere a los segundos, podías escoger entre el bistec tártaro, el magret de pato a la brasa con sal gorda o una hamburguesa casera con pimienta. De postre no faltaba el pastel Tatin, una de las especialidades.
Sergi tiene una muy buena selección de vinos que no suben la cuenta. Pero es el suflé de queso el rey de la casa. Un plato difícil pero muy sabroso y que está en vías de extinción, por lo que es un reto y a la vez una invitación a saborear un gran invento de la cocina francesa que los muy jóvenes desconocerán y los mayores casi han olvidado.
Rosa, una cocinera aficionada que con los años ha demostrado estar por encima de muchos profesionales, se luce cada mediodía con una variedad exquisita en el menú.
Si tuviéramos que sintetizar, el título de la crónica sería “cuando el bistec tártaro viene marchando”. Hay que probarlo en alguna de sus diversas opciones.