Este local está cerrado.
Con el tiempo, Barcelona tendrá que hacer un monumento a la familia Adrià por haber recuperado con la gastronomía una avenida como la del Paralelo. Dentro de esta recuperación, restaurantes como La Xalada han encontrado su lugar en un barrio, el de San Antoni, que poco a poco se recupera de años de ostracismo.
La Xalada es el restaurante de Isabel Cruz, y tal como indica su nombre, derivado de xalar, es un restaurante que busca que el comensal disfrute con una carta que casa las tapas con los platos. En la carta de La Xalada todo el mundo tiene su plato. Es una carta transversal y para todos los gustos. Primero pedí un plato del grupo de Enxalades, una limeña, que resultó ser un espléndido cebiche de corvina y erizos, muy fresco y potente, con un perfume de cilantro sin complejos. A quien no le guste una especie tan contundente, puede escoger La rusa, o algún plato del grupo Picar y xalar, como unos buñuelos, y el que tenga un hambre contundente, una Milupe, que son unas tripas casi tradicionales.
De segundo pedí Mi centolla, un arroz socarrat con centollo y cigalas, acompañadas de un alioli suave. Este arroz, muy sabroso, está dentro del grupo Xalamar, y otra vez, porque volveré, pediré unos pulpitos y sepia con pesto de oliva negro. Quien sea más caníbal, puede elegir un plato del grupo Xalaterra, y decantarse por un Pisa Morena, un cordero con migas y mojo verde que invita a despertar los sentidos. De postre, y este grupo extrañamente no se dice Xalapostres, me decido por un flan de turrón y bizcocho de naranja. Es un postre interesante, aunque un poco demasiado contundente para mi gusto.
No tomo café y me acabo el vino, un tinto de la casa, satisfecho de haber hecho caso a quien me recomendó La Xalada, una tapas y restaurante que se alimenta de la pasión de Isabel Cruz y del talento del cocinero Gabriel González.
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