Se podría pensar que La Vermuterie responde sólo a su nombre, pero es mucho más. Aprovechando el nombre y el enclave, este espacio moderno y sobrio podría haberse conformado con unos vermuts (hay una variedad muy interesante para ir y probar uno a cada visita), pero gracias a la buena tarea de Mikel Gil, su propuesta - almuerzos, comidas, comidas y cenas - presenta sorpresas dignas de tener en cuenta. Para hacer el vermut hay una tentadora lista que va desde la tortilla de patata con huevos de Calaf con cebolla muy confitada y hecho al momento, pasando por una excelente ensaladilla rusa, hasta unos langostinos con salsa de anguila. Soberbios.
Las sardinas ahumadas, el salmón a dados marinados con cítricos, hojas de pimienta de California y perfume de enebro, y los calamares a la andaluza con mayonesa de 'yuzu' y estragón, son otros atractivos que se suman a la cazuelita de mejillones de roca. Pero el punto fuerte son las sugerencias. Nos recomendaron un filete de rodaballo al carbón con patatas asadas y mantequilla de finas hierbas y gamba roja de la costa a la plancha. Gran acierto. Hay que destacar también una inteligente selección de vinos a su bodega. Entre los platos contundentes, el arroz negro con sepia de playa es lo más sonado, y con Josper, el chef Iñaki se luce con la pata de pulpo cocida a baja temperatura con trinchado de patatas o el magret de pato de bellota a la brasa con confitura de cereza y piñones garrapiñados.
Tienen una gran variedad de mariscos gallegos, carnes vascas a la brasa, pescados del Mediterráneo y arroces. Y el chef recomienda probar una parrillada de cáscara, el arroz de secreto ibérico con mariscos, el bistec tártaro cortado a cuchillo o un buen chuletón de buey a la brasa de carbón. La carta de vinos es muy variada.