La Gastronòmica

Dani Zara, barcelonés, ha aplicado todo lo aprendido durante una década en el Hard Rock Cafe, donde empezó de camarero y terminó de jefe de cocina, en una pequeña esquina de Sant Antoni. El resultado, colas vespertinas de clientela mayoritariamente extranjera y una escalada rápida en los rànquims. El local, de aires industriales cálidos, tiene 27 m²: 25 comensales repartidos entre dos mesas, varias microbarras y la terraza atendida por un servicio atento sin ser pelota. El dueño tiene la mano rota con el cliente foráneo y se nota. La carta es un breve compendio de tapas y platillos representativos de nuestra gastronomía hechos con ingredientes de calidad y cocciones pacientes.

El platillo estrella es la costilla de cerdo cocinada a baja temperatura durante nueve horas. La carne es muy melosa y la salsa de remolacha y yogur que la acompañan da un contrapunto refrescante acertado. Siguiendo la estela de las cocciones mimadas, el pulpo confitado: es sedoso y suculento, pero necesita más 'punch' de parrilla. El bacalao con pisto, en cambio, es inmejorable. La ensalada rusa, cremosa y ligera, es correcta. Y los dados de berenjena con miel de caña son exquisitos; crujientes por fuera y airosos por dentro. La mousse de manchego tiene buenas intenciones pero es demasiado compacta y no acaba de hacer justicia al resto.