Sí, en el Born quedan locales auténticos de verdad. La Bodega es uno: este pequeño bar oscuro es un refugio en medio de la marabunta de este barrio. El nombre del establecimiento es de una honestidad que duele y todo. Mostrad respeto por una de las últimas tabernas de verdad que quedan vivas por estas calles: a los supervivientes se les debe venerar. Ahí beberéis buen vermut sentados alrededor de barriles de vino. Un ejército de sifones preside estas mesas improvisadas y una nube de taburetes las rodea. Pedid unos quintos de cerveza acompañados de aceitunas mientras observáis transeúntes despistados que pasan de largo en busca de la iglesia de Santa María del Mar. ¡Larga vida a los lugares como la Bodega!
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