Hay que abren un restaurante y al año y medio ya tienen tres sucursales. El 7 Portes ha tardado, ejem, 183 años en hacerlo. "Ahora ya podemos decir que somos un grupo", ríe uno de los propietarios, Pacó Solé Parellada. Porque La Barra del 7 Portes, abierta en 2019, es un bar de tapas -barra y tres mesitas altas- pero se percibe como una versión miniaturizada del paquebote de la cocina barcelonesa. "De hecho, más que una sucursal es un apéndice, un añadido, porque en origen era un almacén conectado al restaurante" -se entra por la calle paralelo- y decidimos convertirlo en un espacio diferente, pero que se nutre de nuestra cocina ", explica.
La cocina del 7 Portes: 450 m² de fogones, decenas de ollas humeantes haciendo fumet a todo tren desde las seis de la mañana sin interrupción. Ir al 7 Portes no es cualquier cosa: es un ritual de unas tres horas -los camareros, la multitud, el emplatado, la juerga, la sobremesa de café, copa y puro- y de unos 40 euros por lo menos. La gracia de la Barra es que provee en formato tapa "de los grandes éxitos del restaurante sin que tengas que entablarte, y si vas tres o cuatro, en un pim-pam comes bien por 15 o 20 euros", destaca Solé . Y es cierto: lo que hace ilusión del 7 Portes, arroces aparte, son los hits: los canelones, las croquetas, los buñuelos de bacalao ... Y en vez de tener que negociar con el niño o la bisabuela un canelón, en la Barra disfrutaréis de raciones individuales a precio popular: como un excelente vaso de ensalada de xató (4,50 euros) o calamares a la romana con mayonesa y romesco (9,90 euros) , de los mejorcito que enharinan en la costa catalana. Y su trozo de canelón trufado -a 5 euros- es un torpedo a los cocineros que sirven un canelón a 12 euros.
La buena noticia es que en La Barra podéis pedir tapas generosas de arroz para un (6,50 euros, ¡que bueno el arroz picantito con aceitunas y conejo!). Viciosos anónimos de la paella, por 12 euros dúo paella y fideuá. Y también desfilan platos en peligro de extinción, como tripas a la catalana o mar y montaña en formato tapa. Y la crema catalana, jibarizada (2,50 euros) es una cucada digna de fundir los plomos de 'instagrammers'.