Poca broma, que se añade al nutrido panorama pizzero de Barcelona la que es considerada una de las mejores pizzerías del mundo: Grosso Napoletano –que el prestigioso índice 50 Top Pizza considera la décima mejor cadena de pizza artesanal del mundo– ahora tiene sede en Barcelona, en lo alto de la calle Casanova. Y la verdad es que la empresa, con sede en Madrid y de capital español, es un ejemplo de cómo se puede igualar la capacidad de los italianos en su arte 'gastro', patrimonio de la humanidad.
Cuatro son los pilares de aquí: horno de leña, masa, ingredientes italianos de alta calidad, y por supuesto, los 'pizzaiolo'. La elaboración de la masa sigue un proceso de doble fermentación de hasta 48 horas, en el que se utiliza harina de fuerza italiana y masa madre, para conseguir una textura y volumen idóneos y conseguir la elasticidad característica de la pizza napolitana.
Te llegan a la mesa pizzas finas y con un borde alveolado y esponjoso que rebota como una pelota de baloncesto (señal inequívoca de buena pizza) con recetas como la Boom Boom Ciao, con una base de tomate San Marzano, longaniza napolitana, queso 'caciocavallo ', mozzarella, tomate semiseco rojo y orégano. Las pizzas son buenísimas, y en los 'antipasti' encontramos inventos deliciosos como berenjena asada al horno de piedra acompañada con crema de trufa, chalota curtida y aceitunas negras. Los precios son contenidos -pizzas abundantes a una media de 12 euros- y el monumental local, de ambiente minimal y oscuro de restaurante y neoyorquino, invita a pedir otra copa de vino. Alta gama a precios asequibles, que no es poco.