Gresca Bar, conectado con su hermano mayor como aquellos siameses unidos por la cabeza - hay que decir que ambos son pura inteligencia emocional y gastronómica-, es en el centro de Barcelona. En el mundo gastronómico, el Gresca lleva la estrella de la cocina con autoría y mantel, mientras que Gresca Bar, el de la cocina más canalla y festiva. Calificaciones aparte, hay que decir que el Gresca Bar la autoría fantástica de Rafa Peña también impregna cada una de las delicias que llenan una carta muy imaginativa.
El talante de Gresca Bar lo define la barra del fondo, seis asientos enfrentados a la cocina que hacen las delicias de los gastrónomos voyeurs. La carta consta de más de 30 platos que tienen alma de 'platillo', palabra a reivindicar aunque no sea normativamente correcta. Y está bien disfrutarlos con alguien. Puedes pedir más, te adaptas a los gustos del otro y sacas una conclusión más transversal de la cocina de Peña. Así pues, tomamos una ensalada de remolacha, unos puerros en salpicón, una caballa lacado, un bocadillo de cerdo, crème fraîche y verduras agridulces, y una ternera ensalada. Cinco platos fantásticos pero que me invitan a volver y disfrutar de platos que dependiendo de las manías del acompañante, mejor disfrutarlos sin ruidos. Como es el caso de un cerebro de ternera con mantequilla y limón o un morro de ternera a la brasa. Gresca Bar, bar de vinos y de pequeñas grandes maravillas.