Enric Granados 86 tiene un nuevo vecino que grita "más y mejor y más difícil todavía" en italiano. En abril de 2025 abrió puertas Gloria Osteria, el primer restaurante del Grupo francés Big Mamma en Barcelona, que desde 2015 ha inaugurado 28 trattorias por todo el mundo. Atentos: divididos en dos plantas, y con una capacidad para 250 comensales, ocupa más de 1.000 m² repartidos en dos niveles, con columnas de espejo en forma de estrella de más de cuatro metros, alfombras a medida con estampado moiré, envoltorios de naranjas vintage y una lámpara de cristal de Murano de 400 kilos que preside la barra como si estuviéramos en un remake glam de La Dolce Vita a cargo de Baz Lurhmann (seguro que pasará). Studio Kiki ha mezclado sin miedo el exceso y la nostalgia. Todo muy conceptual. Porque claro, hace falta concepto para llenar uno de los restaurantes más grandes de Barcelona.
Tanto dispendio estético quedaría cojo si la carta y la comida no fueran igual de ambiciosas. "Todo está hecho en casa, no tenemos ninguna cocina central. Esta es una de las señas de identidad de Big Mamma: que cada restaurante lo cocina todo en casa", me cuenta Tigrane Seydoux, fundador del grupo. Eso incluye la pasta fresca y la pasta seca, la pasta de las pizzas, los helados, los postres y el pan, claro. ¿Qué pedir? Se hace difícil, por la extensión y suculencia de la carta. Desde una pasta rellena–los casoncelli de bogavante con beurre blanc y tartar de gamba rozan la obscenidad–, pasando por los más conocidos espaguetis carbonara –con un toque de trufa y servidos en una rueda de Pecorino–, cada plato lleva el sello de la suculencia y el lujo impreso en su impecable preparación. Desde los más sencillos –los espaguetis a la norma, en su origen pasta con verduras– hasta un apartado de pizzas, cada una con retruécano gourmet. La que más, una pizza de carpaccio de gamba roja con esquirlas de pistacho.