Desde hace nueve años, Ginger es conocida y muy frecuentada como coctelería. No es una coctelería cualquiera. Es un club de vinos, copas y cocina que el ambiente, la música y la originalidad de la oferta la han hecho siempre diferente. Con un aire que rescata momentos y lugares de los años 50 y 60, este establecimiento tan particular del Gótico ofrece también pequeñas raciones de muy buenos platos. La "barcelonesa" inglesa Janette, su creadora, que pasó por buenas cocinas en Londres y en Francia, dirige la cocina y propone pocos pero muy buenos platos o tapas, que se agradecen durante o después de un buen cóctel.
Su fama como coctelería es conocida, hablemos de su aspecto culinario, reservado sólo por las noches. En esta época de días largos y cortos veladas nocturnas, es un lugar ideal para reunirse con amigos o pareja. El día de nuestra experiencia aceptamos algunas sugerencias de Pepe, que se ocupa de todo lo que no sea la cocina, sobre todo la música, excelente. Aprovechando que en la cocina hay una chef iraquí, pedimos el tabbouleh, este cuscús frío con perejil y verduritas, el dolma (las hojas de parra rellenas) y un hummus de garbanzos: qué fruición! Todo acompañado con el pan de pita. El tartar de atún era muy sabroso, bien preparado y sobre todo sobriamente condimentado.
Cuando los tragos iniciales ya se habían acabado, entre los que había un zumo de arándanos muy fresco para quien no quiso alcohol por aquello de la conducción, quisimos continuar con copas de Indígena, un vino del Penedès, con garnacha , de retrogusto afrutado, redondo y con cuerpo al final, elaboración de las dos enólogas de Parés Baltà. Acompañaron perfectamente una brandada de bacalao con tomate dulce y el magret de pato con salsa de mango, una combinación sorprendente y muy buena.
Probamos, fuera de programa, el pastelito de manzana con foie gras, uno de los platos emblemáticos del lugar. Su creadora, Jeanette, está muy orgullosa de esta combinación y simplemente dice que hace el tipo de cocina que le gustaría a ella, para referirse también a su pollo de corral, preparado de una manera muy original. "La idea fue que los que venían a tomar una copa o un cóctel no tuvieran que marcharse del local si tenían ganas de comer algo", explica cuando se le pregunta sobre sus expectativas sobre esta original fórmula. Pepe se ocupa de los vinos, ha elaborado una carta muy equilibrada y de precios ajustados y ofrece un vino del mes, que durante estos días fue el riojano Azpilicueta, reserva 06, muy acertado y que se puede beber también a copas.
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